Incluyen Medicina de desastres en la formación médica en Cuba

El doctor Bruno Bello, profesor principal de esa especialidad, explicó que se decidió añadir este tema al plan de estudios de la carrera de Medicina debido a la necesidad de incorporar una efectiva preparación para prevenir y mitigar adversidades por desastres, cada vez más frecuentes Más de 7 200 médicos de 50 países graduados en Cuba retornaron a sus comunidades con preparación en Medicina de Desastres, aseguró la víspera el doctor Bruno Bello, profesor principal de esa especialidad. El experto explicó que ya se conoce de la valiosa intervención de dichos galenos en sus naciones, y añadió que han trabajado con medidas mitigadoras en plenas situaciones de emergencia, como fueron las creadas al paso del huracán Stan (Guatemala, 2005), la erupción del volcán Tungurahua (Ecuador, 2006), o las inundaciones en Bolivia (2008). En conversación con Prensa Latina, Bello destacó que dada la elevada necesidad de incorporar una efectiva preparación para prevenir y mitigar adversidades por desastres, cada vez más frecuentes, se decidió incorporar este tema al plan de estudios de la carrera de Medicina y en la actualidad se elabora un programa para conformar la asignatura. Desde el curso 2002-2003 los alumnos de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) —centro que acoge a unos 10 000 estudiantes extranjeros— realizan una estancia en esa especialidad; y desde el 2004-2005, en las demás universidades médicas cubanas se aplica la integración del programa de preparación para la Defensa con elementos de la Medicina de Desastres, como el rol de la comunidad en el enfrentamiento, auxilio primario en lesionados masivos, manejo de cadáveres, vigilancia epidemiológica, salud mental y organización de la asistencia sanitaria, etc., acotó. Vale resaltar la preparación adicional que reciben los estudiantes pertenecientes a la cantera del Contingente Henry Reeve, creado por el líder de la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro, para laborar en países afectados por fenómenos naturales. Fuente. Juventud Rebelde