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Diversidad Sexual en Cuba ¿Cortina de Humo o Miopía Académica?

El CENESEX no condiciona su labor educativa en naturalizar ni normalizar a ninguna persona, las apoya en crecer como seres humanos, con un absoluto respeto a las diferentes identidades transgéneros.


Este artículo es de hace 14 años

La irrupción del discurso público sobre la diversidad sexual en Cuba en los últimos cinco años es para algunos como la salida del conejo del sombrero. Sin embargo, la conmemoración en 2008 y 2009 del Día Internacional contra la Homofobia en Cuba son sólo el punto culminante de este debate. Estas Jornadas no han sido el resultado de acciones aisladas, ni producto de la improvisación de un grupo de personas: son el resultado de la acción coordinada de muchas organizaciones e instituciones cubanas que apoyan la estrategia educativa por la libre orientación sexual e identidad de género, convocada por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Entre ellas, el Centro Nacional de Prevención de las ITS-Sida, el Ministerio de Cultura, la Unión de Jóvenes Comunistas, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, la Asociación Hermanos Saíz, la Federación de Estudiantes Universitarios, la Federación de Mujeres Cubanas, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, la Fundación Ludwig y la Policía Nacional Revolucionaria. El apoyo del Partido Comunista y el gobierno cubanos han sido cruciales en el éxito de estas jornadas. Dentro y fuera de Cuba se especula sobre las causas, conveniencias e impacto real de este debate. Intelectuales, artistas, políticos, las iglesias, las organizaciones y actores de la sociedad civil en Cuba y en el exterior, los ciudadanos de a pie y por supuesto, la academia, conforman el variopinto espectro que se expresan desde el extremo optimismo, el escepticismo y hasta la descalificación atroz. Muchos se cuestionan el por qué es necesario debatir ahora sobre diversidad sexual. Otros prefieren seguir anclados en el pasado cuando, en muchas partes del mundo, la represión y discriminación hacia las personas homosexuales llegaron a formar parte de las legislaciones y de las políticas de muchos Estados. También ha sido este tema parte de las campañas mediáticas contra la Revolución Cubana. Sus enemigos, históricamente armados del más rancio pensamiento conservador y homófobo,ahora tienen un nuevo tema para el lobby anticubano. La academia cuenta exponentes destacados, que toman posiciones interesantes desde extraños mimetismos liberales y posmodernos. Me detengo a detallar dos ejemplos. En un trabajo publicado en la revista Nueva Sociedad no. 218, titulado ‹‹Mariconerías›› de Estado: Mariela Castro, los homosexuales y la política cubana, su autora, Frances Negrón-Muntaner, considera en su discurso “políticamente correcto” que este proceso es parte de un transformismo político y descalifica el trabajo profesional de Mariela Castro y el CENESEX al ponerla en la mira de convenientes ambiciones políticas y de poder que “pretende perpetuar el poder de los Castros”. Su enfoque politizado y ajeno a un ejercicio académico serio y objetivo no merece mayores comentarios. Por otra parte, la publicación en Cuba en 2006 del ensayo histórico social Del Otro Lado del Espejo, La sexualidad en la construcción de la nación cubana, del historiador Abel Sierra Mederos, lo hizo acreedor del premio Casa de las Américas ese mismo año. La obra puede calificarse como un excelente ensayo, que desborda los límites estrechos de la historiografía y se enfoca desde la teoría queer. Su lectura es un referente, entre muchos otros, para entender la sexualidad y la construcción del cuerpo de la nación en tiempos de la colonia y durante la República, antes de 1959. Sin embargo, al adentrase en el periodo revolucionario el autor muestra una evidente fractura en el análisis académico de los años 60, 70 y 80 y se catapulta a lo que denomina el “presente histórico”, en un análisis que discurre con una tímida mención de hechos citados por otros autores. Tal inusitada y “conveniente” evasión, me hizo pensar que la construcción de la nación –llena de matices y ricas contradicciones entonces- se había detenido súbitamente y que este presente histórico no tuvo pasado reciente. Resulta llamativo que Sierra Mederos dedicara un amplio espacio al trabajo que el CENESEX venía realizando en los temas sobre la diversidad sexual hasta el año 2005. El acercamiento superficial y descalificador hacia el centro y su directora, Mariela Castro, se hizo más que evidente al descontextualizar algunas declaraciones hechas por ella a los medios de prensa en ese momento. El autor exponía sus argumentos desde el supuesto enfoque normalizador, higienista y médico del trabajo que el CENESEX desarrollaba entonces hacia las personas transexuales. El tema se convierte en obsesión cuando, en una entrevista publicada en 2007 por el portal informativo de Casa de las Américas La Ventana, Sierra plantea que las mismas acciones normalizadoras han invalidado las buenas intenciones de instituciones como el CENESEX. Instituciones que no se cuestionan las estructuras jurídicas en relación a la sexualidad ¿cómo van a plantear un programa de transexuales? Pero el spotlight no se detiene en ese momento. El joven académico concedió recientemente una entrevista –al parecer desde Londres- que se publicó en la sección Sociedad del sitio web Cubaencuentro y allí opina, con una soberbia que raya con el irrespeto, sobre cuántas cosas le molesta. Llega a definir cómo tiene que ser leída su obra, pues le molesta  que el libro sea leído en términos de historia de la homosexualidad. También le molesta el discurso de la diversidad y que un  grupo  de  supuestos expertos médicos decidan el futuro de los  ciudadanos  y su configuración, y se practique el silencio, la manipulación,  y  no haya otros discursos que dialoguen con el oficial. Después de esta catarsis de molestias, termina descalificando nuevamente el trabajo de Mariela Castro y el CENESEX. Para colmo, legitima como una organización de la sociedad civil cubana a la 'Reynaldo Arenas in Memoriam', financiada y apoyada por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos de América y por la Unity Coalition of Florida, según los propios comunicados de prensa publicados en 2008 por esa organización estadounidense. Pero la guinda que le faltaba al helado la pone cuando el “superdotado experto” dice: CENESEX,  que  se  pretende ecuménico e inclusivo y que ofrece participación  y  espacios  a otras voces, nunca me ha llamado  para compartir ideas o dialogar sobre determinado fenómeno, para después agregar: los  discursos de la diversidad se han convertido  en la cortina de humo para no discutir otras cosas y problemas medulares de la nación. De inmediato sufrí como una especie de déjà vu. La lectura de esta entrevista a Abel Sierra me remitía de inmediato al artículo antes referido de Negrón-Muntaner. Sierra ignora por completo -pienso que por su juventud- que en 1975, un año antes de él nacer, ya Vilma Espín Guillois había hecho la propuesta a la naciente Constitución de considerar el matrimonio como la unión entre dos personas, sin definir el género. También ignora que en 1979 se creó un grupo de atención a las personas transexuales, cuyos integrantes prefieren no ser reconocidos como “expertos”, a pesar de haberse nutrido desde entonces de todas las enseñanzas que las personas transgéneros les han aportado y de estar a la altura de los conocimientos más avanzados que las ciencias han aportado en cada momento histórico. Tampoco Sierra encontró en los archivos del CENESEX que, además de atenderse a las personas transexuales desde el punto de vista médico y psicológico, siempre se han tenido en cuenta los aspectos sociales y la lucha por sus derechos. En 2005 se reestructuró la Comisión de Atención a Personas Transexuales y se incluyeron las propuestas de cambios legales, en un proyecto de ley de identidad de género que, de aprobarse, permitirá el cambio de identidad de las personas transexuales aún sin la realización de la cirugía de reasignación sexual. Ignora que, en este contexto, también se creó un espacio de reflexión con las familias de las personas transexuales, que va más allá de un simple apoyo terapéutico. Mi activismo por los derechos de las lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros (LGBT) me ha permitido ser testigo excepcional del desvelo y empeño de la especialista del CENESEX Mayra Rodríguez Lauzurique al intervenir directamente con la policía cuando se realizan arrestos arbitrarios a las personas transgéneros. La presencia de una asesora jurídica en el CENESEX ha facilitado este trabajo y ha permitido dialogar con mayor fluidez con los decisores políticos y administrativos. El CENESEX no impone normas ni condiciona su labor educativa en naturalizar ni normalizar a ninguna persona, de hecho las apoya en crecer como seres humanos con un absoluto respeto a las diferentes identidades transgéneros. Esta institución incluye, dentro del Programa Nacional de Educación Sexual, la educación como herramienta fundamental para lograr los cambios culturales relacionados con la sexualidad dentro de la sociedad cubana. Los marcos teóricos son múltiples, no sólo se trata de estudiar a Michel Foucault y a Judith Butler y aplicar la teoría como una horma. El trabajo educativo es transversal, con enfoque de género y se enlaza con el trabajo de otras instituciones y organizaciones nacionales e internacionales. La educación sexual no se ha limitado a eso, también ha abogado por cambios en las políticas sociales sobre la sexualidad. El CENESEX cree en este principio de educación en derechos humanos, puesto que considera a los derechos sexuales como derechos humanos fundamentales. El trabajo de Mariela Castro Espín no lo legitima sus apellidos, sino el desempeño de una incansable profesional, con un alto sentido de justicia social y continuadora del serio trabajo que el CENESEX ha realizado desde su creación en 1972. Vale la pena honrar a su primer director, el Dr. Celestino Álvarez Lajonchere, quien en un informe al Buró Político a propuesta de Vilma Espín escribiera: Nuestro gobierno –la dirección política, partidista o estatal- no ha definido una política para orientar en forma clara el tratamiento del homosexualismo. Si en los primeros años era razonable que diéramos prioridad a otros aspectos del Plan de Educación Sexual, casi diez años después, el mismo argumento pierde fuerza. (…) El proceso de asimilación de estos criterios (sobre la homosexualidad) no será tarea fácil para nadie, como no lo fue para nosotros mismos, pero no hay alternativas (…) De una sociedad medularmente humanista, como es ya la nuestra, no podía esperarse otra actitud. El CENESEX y su directora han abierto la convocatoria a todas y todos los que quieran participar a favor del respeto de la libre orientación sexual e identidad de género. Así lo han hecho ya muchas personalidades de la intelectualidad cubana, sin divismos ni mezquinas ansias de protagonismo. La Revolución cubana también requiere de un debate serio, amplio, participativo y profundo sobre género, racialidad, marginalidad, prostitución, entre otros temas. Sin duda alguna esto redundará en una sociedad más fortalecida y humana. Sin embargo, es lamentable que se trate de disminuir este esfuerzo para utilizarlo en burdas maniobras políticas contra la Revolución cubana y que se quiera colocar en un supuesto juego de fichas. Ojalá y todo esto no sea más que miopía académica. Alberto Roque Guerra es activista gay, colaborador del CENESEX y  miembro de la Comisión Nacional de Atención a Personas Transexuales. Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente las consideraciones del autor. Fuente: kaosenlared

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